miércoles, 12 de diciembre de 2012

Cuestionamiento


¿Es valentía acaso?
¿Dejar a la bestia noble
rasgar las paredes de tu cuerpo,
anidar entre tus costillas,
morder tu carne fresca y
abrevar de tu sangre,
espesa y dulce, miel corrupta,
hasta volverte pura hemorragia,
sombra y nervios, histeria y vacío?

¿Dejar a esa dulce creatura
-llámese Absoluto, Dios o Ella-
recrearse en los flujos de tu cuerpo,
devorar tu ímpetu ladino,
tu labia astuta y goteante,
vulnerarte y dominarte,
volverte el Cordero sin Carne,
el absurdo de la hostia quemada?

¿Dejarle ser rayo y deslizarse
entre tus párpados azules,
entre tus lenguas
y volverlas viscosas, pesadas,
por la inhabitación de sus crías,
por sus legiones de máscaras arcanas,
envejecidas en su eternidad?

¿No es más valiente,
más honesto,
más caballeroso, más Humano,
abrirle de un tajo el vientre a la bestia,
devorar sus entrañas, tus entrañas,
dejarte fundir en ti mismo,
confundir a creatura y creador
hasta palpar el vacío que descansa
tras todas las máscaras que modelaste
con tu propia carne?