domingo, 1 de julio de 2012

Dionisia perdida en su astro

En el principio
los astros eran todos
de igual valor
y la misma distancia estaba
entre tu pecho y la saliva
yo andaba en tierras feas
pero sentía que todo estaba
muy bien
Dionisia se asentó en la luna,
a mirar los días
los convirtió en noches
con sus ojos
de estrellas colapsadas
y de fórmulas abstractas
de
sueños.
entonces se perdió
y las distancias se alteraron
su carne
se volvió de manzana
sus extremidares quedaron atadas
a la inercia
de las tribulaciones
que no son más
que inercia

la razón quedo desaparecida
olvidada
en los rincones de las cavernas
de esa luna
que en algun momento besó el mar
donde Orestes hacía sus plegarias
plegarias vueltas tragedias
que desintegraban sus pulmones
cada día nuevo
cada palabra nueva
lo hizo caer
y querer subir
con la pasión que sube el aire
con la que flotan las nubes
y no dormir
llevar su daga
su pequeño cuchillo
sin saber si podría llegar
o regresar
victorioso (o vivo)

la falta de toda certeza le daba el valor
a la vez que el miedo
para iniciar la batalla
para terminar
con el secuestro
de la luna triste



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