viernes, 9 de noviembre de 2012

Como se ama a la Caída


Si alguna vez te pareció
te he dado razones
para volver
ignórame.

A veces las alas
se queman
al vuelo de la
sinrazón.

A veces no puedo
evitar morderme
los pies caídos
en carne.

A veces regresas como la sombra de una guadaña
proyectándose ferozmente en la pared de mis brazos
y siento el vacío como una herida suave
que se desliza dulcemente entre mis labios
y termino por beber de mi propia sangre
imaginándote desnuda de todas tus ideas
enterrada bajo mantas de luna sedada
jugueteando con las gladiolas que crecen
entre tu sexo y tu caída.

El verano nunca se acerca cuando hay muerte en tus labios
la primavera ha aprendido a ceñirse a tus pies.

Es difícil saber lo que piensan las mariposas de la araña,
es difícil encontrarte flexionada sobre tu propia agua,
bebiendo del silencio episcopal de los fetos de dioses,
y no amarte como se ama a la piedra del altar,
no amarte como se ama detrás de las cortinas.

Es difícil no amarte con los saltos de los tiempos,
con los gritos y los golpes en el pecho,
con los "yo creo" y la sangre que salta de boca en boca
y se vuelve el fuego que nos corrompe a todos
hasta que ya no hay corrupción ni verdad
y sólo quedas tú
desnuda
desnuda de todo bien, de todo mal,
desnuda de todo deseo, de todo amor,
desnuda en tu sufrimiento y pasión,
desnuda,
en los juegos de tu carne esencial,
de tu mortalidad inmortal, impregnada en mi lengua
como se impregnan a veces las voces de las aguas.

Es imposible no amarte como se ama a la caída.

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