Rosa Evangelina es una desempleada. La crisis y las excusas no la dejaban trabajar. Vivía de mendigar y vender caramelos en la calle. Los ruegos a su dios antropomorfo no resultaban y las deudas hacían que su existencia se vuelva cada vez más miserable. Oyó por una amiga sobre una mujer adicta al crack que tenia muchos hijos pequeños. Fue a verla, y por 5 soles, le dio a una de sus hijas. Mendigó con la niña todo el día y consiguió el doble del dinero que conseguía mendigando sola. Volvió a alquilar a la niña los días siguientes, hasta que, por doscientos soles compró a la niña y le enseñó a mendigar. Su "negocio" prosperó y compró dos niños más. Cuando Rosa Evangelina cayó enferma de hepatitis, los niños la desatendieron y la niña, mientras su dueña dormía, la asfixió y huyó con el dinero. Los niños se quedaron solos y empezaron a limpiar los vidrios de los autos en las esquinas. Uno de ellos se llamaba Juan Martín.
Lima, 2009
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